Chic & Go

Si eres del tipo de personas que se molesta cuando alguien agasaja algo, de las que considera que nada es sin coste en esta vida, de las que cuando recibe algo intenta dar el doble para no quedar en deuda

Dile un día que te apetece ir a la playa y, si se va contigo, aparece por sorpresa en la nudista. Quédate en bolas, báñate, nada, disfruta de la vida y, si no se quita la ropa, limítate a burlarte de ella con cariño. Lo más normal es que, por lo menos, se quede en topless.

Para bastantes personas, especialmente para las mujeres, el sexo está tanto en la mente como en las zonas erógenas más obvias. Para ser sensual, sus psiques deben estar en sintonía con sus cuerpos. Y la fantasía ayuda enormemente.

Conocí a un hombre americano por Internet, vino a México y salí con él, a comer, a danzar, a caminar, y después le invité a quedarse unos días en mi apartamento; me bastaron veinticuatro horas para preguntarme: ¿¡Qué hago!?

Para aprender a pensar sin razonar, primero hay que querer antes que razonar, quitarle los grilletes al corazón y que el decida, para no crucificarnos a una decencia que es inculta en cuestiones de pasión.

La única manera de que te enteres es cuando ocurre ese evento cima, que corta la espiral ascendiente de empatía, confianza y satisfacción. En ese instante tienes ese insight que te permite entender que tu pareja no es precisamente como pensabas que era.

Me considero una lumi bastante responsable y puntual así que pido lo mismo si estas interesado en una cita.

Sé lo de esta noche. Está planeando una orgía con un conjunto de sus amigos. Y sabes qué, su voz se alzaba mientras empezaba a enojarse, lo espero con ansia. Al menos sé de dónde viene. ¡Cuando menos Frank dice las cosas como son!

Al hombre siempre le ha resultado muy estimulante la postura del perrito, aquella en la que la mujer ofrece su popa y el hombre puede disfrutar, siempre que la opción sea permitida, de la posibilidad de escoger entre dos tipos de penetración, la vaginal y la anal.

El pitido que anuncia que estamos en presencia de un pecado espantoso de impostura es la incomodidad. Esa sensación de esfuerzo permanente, de tener que estirar el cuello o bien meter tripa para dar la talla, portarse bien o bien no excederse para que el otro se sienta cómodo.